Luego de la renuncia del cuestionado Ministro de Seguridad de la Provincia, Juan Manuel Pulleiro, el gobernador Sáenz nombró al Procurador de la Provincia, Abel Cornejo, como su sucesor. ¿El aire de cambio será suficiente para frenar la constante ola de inseguridad de la población salteña? es la pregunta que los salteños se hacen por estas horas.
El controvertido ex ministro, Juan Manuel Pulleiro, puso fin a su poca eficaz labor al frente de la seguridad de Salta. Caracterizado por ser un hombre propenso a la “mano dura” y acusado por los organismos de DDHH de negacionista del genocidio ocurrido en nuestro país durante el último gobierno militar, y seguramente apabullado por los últimos casos de femicidio, especialmente de la joven estudiante de Coronel Moldes, a quien la Policía salteña debía cuidar, Pulleiro tuvo que admitir su fracaso y ofrecer en la mañana de este lunes su renuncia al gobernador Sáenz quien inmediatamente, no solo la aceptó, sino que decidió, en cuestión de horas, nombrar a Abel Cornejo como su sucesor.
El hasta ahora Procurador de la Provincia tendrá una muy difícil tarea debido, no solo a los casos de inseguridad que públicamente se conocen; sino al constante y creciente malestar de la población salteña que cuestiona el accionar policial.
Se desconoce aún si la plana mayor de la institución policial se mantendrá, aunque se prevé, como ya es una costumbre, que será removida y renovada dado que es la principal responsable del accionar policial hasta la fecha.
Los aires de cambio fueron recibidos de buen grado, al menos por alguno sectores de DDHH, especialmente del que participa Nora Leonard quien al ser consultada sobre el tema indicó que “al menos Cornejo nunca negó el genocidio” y que, refiriéndose a Pulleiro, “se fue el ministro de la inseguridad”, marcando diferencia entre ambos funcionarios.
Se espera saber cual será la política de seguridad que se implementará en la provincia con la asunción de Cornejo quien tendrá la gran responsabilidad de cambiar la imagen de la polícia salteña por una que se adecue más a la realidad local y que no sea la falta de recursos la excusa para que el servicio de seguridad se brinde con eficacia.