SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA.- Pertenezco a la generación que tuvo la dicha de tener en las aulas a los últimos académicos de fuste. Eran los tiempos en que ellos eran Maestros y nosotros discípulos, porque el alumno termina su relación con el docente al momento en que suena el timbre que da por finalizada la hora de cátedra, el discípulo prolonga la relación con el Maestro buscando saber más, aprovechar de aquella fontana de saber. Este tipo de relaciones entre alumnos y docentes tiendo a pensar que ya está desaparecida.
Fuimos propiamente ratones de bibliotecas, buscando “ése libro” que nos abriera una puerta más al pasado. Y entre las pocas instituciones que podían satisfacer aquella curiosidad estaba el Instituto Güemesiano de Salta, presidido por nombres ilustres, con miembros que dejaron para la posteridad trabajos rigurosos sobre el General Güemes y la provincia de Salta, su tiempo y sus hombres y mujeres en los ya desaparecidos Boletines del Instituto.
Esos libros que el Instituto Güemesiano prolijamente enviaba cada mes al domicilio de los asociados, sin costo alguno, eran esperados como el maná en el desierto para quienes nos impulsaba el interés por conocer sobre el pasado.
Hoy los libros y el propio Instituto Güemesiano de Salta ya son historia. Y que esto sea así es responsabilidad única y exclusiva del gobierno de la provincia de Salta que tiene la obligación de mantener y proveer al crecimiento de esta Institución, cargo que abandonó hace largos años.
Esta sentencia de muerte del Instituto Güemesiano de Salta se pronunció bajo el “gobierno” de Juan Manuel Urtubey, cuando armaron una entente grandilocuentemente llamada “Comisión Década Bicentenaria-2006-año inifito”, para currar –perdón- correr, con todos los eventos bicentenarios desde el 25 de Mayo de 1810 en adelante. Pero parece que son tan limitados que no saben que una década tiene diez años, por lo tanto esa “Comisión del Bicicleteo” –que sí parece ser Bicentenario- ya debía haber expirado.
Y allá se lanzaron cuales heraldos apropiados de la gloria ajena y póstuma a sembrar bustos y darse reconocimientos en vida entre ellos mismos en una suerte de “Locademia Salteña de la Historia”, donde los diplomas iban y venían, así como los viajes y viáticos, mientras el pueblo salteño “Quería saber de qué se trata”, mas aquella “Comisión del Bicicleto” se encerró en un “Cum Clavis” autoreferencial que ni el Espíritu Santo pudo haber conocido qué hacían y en qué gastaban los dineros, ya que ni siquiera tuvieron la gentileza de responder a los varios pedidos de informes emanados desde la Cámara de Diputados.
Para que estos erutitos de la pseudohistoria no aleguen en su favor que uno es un anarco tirabombas, recordaré nada más que aquella asamblea formada por más de 50 (cincuenta) asociaciones e investigadores, reunida en el salón de la Agrupación Tradicionalista Salta Gauchos de Güemes, durante la cual se les puso al servicio de estos popes todo el trabajo que se había hecho y la intención de colaborar con la “Comisión del Bicicleteo” de MODO GRATUITO. Pero dimos con el criterio de granito de estos choznos que sentenciaron: “Está muy bien que trabajen, pero la Comisión somos nosotros”. Así murió aquella tarde la posibilidad de hacer algo grande, popular, vocacional y muy sentido.
Lo que siguió todo el mundo lo sabe, la distribución por cuanto rincón del país haya de un busto del General Güemes, algunas palabras anodinas, fotos, prensa y al archivo. Pero la GRAN DEUDA del conocimiento de la Gesta Güemesiana para con todos los salteños continúa como una herida abierta. En las escuelas nadie sabe una pepa de Güemes y en la calle sigue vigente el mito urbano de que le dispararon estando en cama ajena. ¡He allí el resultado de más de una década de abandono del Instituto Güemesiano de Salta!
La historia es una vocación, por lo tanto un sentimiento; pero cuando es un trabajo administrativo a sueldo, puede convertirse en un hastío burocrático que es lo que ha ocurrido con estos “Acaendémicos” que no tienen ninguna trayectoria en la materia. ¿Dónde están los libros de su autoría? ¿Las investigaciones? ¿Los artículos en alguna publicación?
Luego de más de una década de manejar fondos millonarios… ¿DÓNDE ESTÁ LA OBRA CUMBRE DEL BICENTENARIO DE LA MUERTE DEL GENERAL GÜEMES QUE NOS ENORGULLEZCA A LOS SALTEÑOS Y CONSTITUYA UN LEGADO PARA NUESTRA POSTERIDAD?
No existe.
Agónico ya el Instituto Güemesiano de Salta, fue literalmente asaltado por individuos cuyos fines resultan todavía hoy inconfesables. Formaron comisiones directivas donde había personas que sabían de Güemes lo mismo que el payaso Firulete de física cuántica.
A pesar de los pedidos de algunos estudiosos acreditados a la “Comisión del Bicicleteo” de que los Boletines se publicaran al menos cuatrimestralmente, la respuesta fue siempre negativa. El Estado, siendo su obligación estipulada en los Estatutos del Instituto, mantuvo su silencio y continúa en la misma postura.
Porque han de saber señores, que una cosa es el estudio académico, la página ilustrada por el intelecto bruñido de un sapiente y otra muy distinta es el “Show-bussines” de andar colocando bustos, descubriendo placas (algunas con gruesos errores) y dando alguna que otra charlita por allí. El Instituto Güemesiano era un verdadero cenáculo donde se investigaba y se producían obras históricas y para la historia.
Lamentamos que este gobierno actual continúe en la desidia y no quiera aportar al conocimiento histórico que hace a la identidad y al talante del salteño. Mas cuando el gobernador es un hombre de acendrado sentimiento telúrico, pronto a entonar una copla o una zamba, capacidad que le valiera no pocos votos.
Tal vez el problema sea que la “Comisión del Bicicleteo” fue puesta bajo la férula del ministro de gobierno, el ingeniero Ricardo Villada, cuyas luces para la cuestión no parecen alcanzar los 220 voltios, menos aún para la historia, materia que obviamente le es ajena como al que escribe estas líneas un circuito impreso. Pero ha de actuar aquí el juicio crítico, la consideración elemental de pensar que la provincia de Salta se merece así como está el Monumento de piedra y bronce, también aquel Monumento intelectual donde los venideros cultiven su conocimiento sobre la Gesta Güemesiana.
Los monumentos y los bronces no enseñan nada, sólo son custodios fríos de la Memoria. Pero los libros y las instituciones son perennes repositorios, generosos para saciar la avidez del investigador o del alumno.
Hemos abandonado como salteños al Instituto Güemesiano de Salta a su suerte. Sin el concurso del gobierno, esta señera institución está condenada a fenecer como un sello más, tan inútil como aquel del PJ o de la UCR, todos vaciados de contenido y sólo albergando a oportunistas y mercantes, traficantes de su ego, que no viven la historia como una pasión sino que buscan la retribución económica fácil y el palmeo laudatorio de los aduladores.
Esta circunstancia del asalto a las instituciones por parte de los fariseos de la política y de la historia culmina en la expulsión “per se” de los verdaderamente talentosos para la cuestión. Perdemos de esa manera como sociedad la contribución de mentes brillantes y de almas nobles.
Estamos pisando las vísperas de otro 17 de Junio, quizás, una forma de superar el bochornoso espectáculo, ese ludibrio nacional a que nos sometió la “Comisión del Bicicleteo”, cuyo mentor en un rapto de soberbia se dirigió al gauchaje herido diciéndole altanero: “Hay que obedecer a las autoridades”, liturgia fácil para quien ha labrado una “trayectoria” como genuflexo del jefe de turno, sea ésta la oportunidad –decimos- de reivindicar al Instituto Güemesiano de Salta, otorgándole el mínimo presupuesto para que sus publicaciones vuelvan a circular. Que se le provea de una Sede propia y definitiva, sin llegar al abuso de pedirle al Superior Gobierno de la Provincia que disponga por lo menos de un “Plan Descansar” para sufragar los costos de un administrativo.
¡Vosotros, funcionarios de cuarta; imagino vuestros rostros desencajados por la cólera ante el atrevimiento de un simple ciudadano de llamaros al orden y a la razón! ¡Ya veo vuestras fauces abiertas expectorando las diatribas condenatorias más venenosas, especialmente esos de vosotros que tenéis comercio venal con el Gran Bonete de la calle Mitre!
En lugar de destilar vuestra pestilencia contra un humilde ciudadano, poned voluntad y criterio, y devolvedle a Salta una Institución que a vosotros no os sirve porque sois legos en materia de cultura, pero que a muchos honraría y sería un blasón bajo el cual se cobije la Gloria de nuestro Padre de la Patria Gaucho.-