Desde ayer, vecinos enviaron a nuestra redacción fotos y videos denunciando que una máquina trabaja abriendo un camino en los cerros caldereños sobre la cornisa de la ruta nacional 9, por entender que podrían provocar derrumbes. Solicitan que las autoridades: el municipio de La Caldera, Vialidad Nacional o el Gobierno de la Provincia intervengan para detener esta actividad, mas teniendo frescos los antecedentes de cortes de la ruta ocasionados por derrumbes en similares circunstancias. Hasta ahora ninguna autoridad tomó cartas en el asunto.
El negocio inmobiliario de los cerros caldereños parece no tener fin y las autoridades competentes parecen jugar al “GRAN BONETE” dado que ninguna se hace cargo del tema y se permite que privados vendan terrenos, se abran caminos, se deforeste y se construya sin respetar en lo más mínimo no solo a la naturaleza; sino las normas vigentes.
Ayer martes, los vecinos denunciaron que una máquina se encuentra abriendo un camino a la altura del km 1613, zona de cornisa y proclive a los derrumbes. Haciendo caso omiso, incluso a los carteles de vialidad que indican esa condición en la zona.
“Son un verdadero peligro. Hace poco nos quedamos varados e incomunicados en la ruta porque desde esos caminos abierto bajan, durante una tormenta, una gran cantidad de piedras que pueden provocar una desgracia. No se que esperan las autoridades para frenar esto”, manifestó, Yolanda, una vecina de la zona
“Ni el intendente de La Caldera, ni la Policía, ni el Gobierno hacen nada para impedir esto. Todos se lavan las manos. Es una locura permitir que sigan haciendo lo que quieran” indicó otro vecino
Lo cierto que hasta el momento de esta publicación, desde el municipio de La Caldera se ha emitido comunicado alguno sobre el tema. Es sabido que mínimamente el municipio tiene el poder de policía para clausurar y frenar la obra en cuestión; sin embargo se desconocen los motivos por los que aún no ha procedido ya que el tema es Vox Populi.
Lo cierto es que, de acuerdo a los vecinos, tanto ayer como hoy a la mañana la máquina seguía trabajando en el lugar. La pregunta vecinal sigue latente:
“¿QUIÉN CONTROLA ESTO?