Cosas de la Salta que ya no existe: La desaparecida “Fiesta de la Cruz” (Mirá el video de la época)

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Ha sido tan vertiginoso el cambio de época –y lo sigue siendo- que manifestaciones tradicionales, profundamente arraigadas en el sentimiento de la salteñidad, han sido literalmente borradas. La “Fiesta de la Cruz” era casi un feriado porque las familias peregrinaban a la cumbre del Cerro San Bernardo en el marco de una verdadera fiesta popular.

SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA.– Esta devoción extinta prácticamente hunde sus raíces en tiempos del emperador Constantino cuando su madre, Santa Elena descubrió la que habría sido la Cruz donde murió Cristo luego de que una mujer moribunda la tocara y obtuviera la curación. Desde esos lejanos tiempos la Exaltación de la Cruz es parte de las devociones del catolicismo.

 

En Salta fue sembrada por Monseñor Matías Linares y Sanzetenea, investido Obispo por el Papa León XIII el 8 de febrero de 1898 y que ocupó la Silla hasta el año 1914. Las crónicas lo describen como un hombre sencillo a pesar de provenir de una familia de alcurnia que dedicó su tiempo a evangelizar  a la Diócesis. A su impulso se debe la llegada de los Padres Lateranenses que fundaron en 1900 el Colegio Belgrano, a los Padres del Verbo Divino que se hicieron cargo del Seminario y a los Salesianos que fundaron la primera escuela de Artes y Oficios.

 

Obra suya es la Coronación de las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro y los arreglos que le dieron a la Catedral Basílica su fisonomía actual.

 

El paso del siglo XIX al XX lo encontró preocupado en darle a Salta un signo y un símbolo de Fe que protegiera a la Ciudad y fuera una referencia de los tiempos álgidos por venir y concibió la idea de instalar en la cumbre del Cerro San Bernardo la imagen de un Cristo Redentor, pero como esta no arribaría sino hasta tres años después del año 1900, convino en colocar una Cruz.

 

Dicen que aquella fue toda una proeza, la de llevar semejante madera en carreta tirada por caballos por senderos tortuosos ya que no existían los caminos que hoy llevan a la cumbre, una obra que realizaron los obreros del Círculo de San José, una institución ya desaparecida también y que formó sin saberlo quizás el germen de un primer gremio de trabajadores.

 

Y allá quedó la Cruz en la cumbre del mítico San Bernardo, convirtiéndose desde entones en objeto de devoción para los salteños que concurrían desde todas las latitudes para subir el 3 de Mayo a rezar, previos asados y libaciones, naturalmente.

 

Nuestra memoria recuerda que por aquellos años de los setenta, cuando todavía éramos inocentes párvulos, viviendo en las adyacencias del Monumento a Güemes, aquella Fiesta constituía todo un acontecimiento social.

 

La noche anterior, desde eso de las 20 horas, ya comenzaban a pasar las familias que llevaban desde  los niños hasta la abuela, todos portando sus vituallas para aposentarse en las laderas del cerro. Los veíamos cargando sus parrillas envueltas en papel de diario, el padre o los hermanos mayores con bolsas cuyo tintineo denunciaba la presencia de unos vinos. Las mujeres generalmente portaban la carne en un bulto desde donde asomaba algún chorizo rebelde, siempre seguidos de sus perros que iban tratando de hallar el momento de hacerse con algún trozo de carne descuidado.

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