Columna de Opinión: LA “ÚLTIMA CENA”: ¿FALTA EL CRISTO Y ESTÁ EL TRAIDOR?

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Ha discurrido en los ambientes políticos y periodísticos una escena donde comulgan Tirios y Troyanos, todos reunidos en torno a una mesa dando la exacta cuenta de 12 miembros –no todos viriles-, acaso una versión telúrica de los apóstoles congregados esperando la bendición “de arriba”. La historia bíblica da cuenta de que si hay Elegido entonces también hay traidor. Ahora…si en esta la escena no hay Elegido, ¿entonces uno de ellos sería el traidor?

SALTA – POR EL DR. BARTOLOMÉ BASURTO.- La política y el merengue tienen esa misma condición, la de entreverar todo para formar un mazacote de algo, informe y generalmente pegajoso. Porque en la política quien se reúne dónde y con quien no debe, queda pegado.

Así ha tomado estado público una sugerente fotografía de lo que al parecer habría sido una Sesión Secreta -“SS”-, de la cual participaron diversos y dispares personajes. Lo curioso es el toque esotérico de tal tenida que reunió a 12 comensales; número cabalístico por excelencia. Estas, digamos, coincidencias no han podido menos que movilizar nuestra curiosidad por una razón no sólo metafísica sino y sobre todo cuántica (de ¿cuánto hay?) que los habría allí convocado.

Vista así esa instantánea, daría la impresión aquello de haber sido una reunión medieval de alquimistas que eran aquellos sujetos que mezclando elementos buscaban fabricar oro. Más, Nos, decimos que en realidad estos “caballeros andantes de oxidada armadura” (Cervantes dixit) no tienen aspecto de nigromantes sino más bien de gárrulos de feria, aunque hemos de atribuirles un mérito superior al de aquellos taumaturgos del medioevo, pues éstos de la foto no sólo han logrado mezclar el agua con el aceite sino que pronunciando palabras prohibidas para el oído del vulgo habrían hecho vislumbrar algún dinero físico. Ni Paracelso logró tanto.

Ahora, decimos también: por el número de asistentes y la pertenencia de algunos a sectas confesionales, hemos de inclinarnos por pensar que se trataría de 12 apóstoles bendecidos que compartían un frugal ágape como el ordenado por la Escritura para el Éxodo: “Cordero asado sin sal y panes ácimos”. Éxodo decimos, porque parece que algunos se van a rajar del redil y de corderos no sabemos si hubo, pero carneros quizás si hayan habido allí.

¡Pero véase pues! ¡Tan sólo un pedazo de carne y una botella de algo espirituoso para doce comensales! Y todos posando con expresión satisfecha; luego, no queda menos que concluir que en esa mesa se ha obrado el milagro de la reproducción de las carnes y los vinos. Por tanto ¡He allí a 12 apóstoles!

¡Aleluya, Hermanos!

Asístanos ahora la teología en descifrar el intríngulis de cuál de estos esenios “ma non tropo” sería el Enviado “de arriba”, pues según la iconografía católica más clásica el Mesías había de ser el de tez más clara y el único que allí comulga con esa descripción sería Abel Cornejo. Sin embargo, los cuadros describen a ese nuncio celestial con larga y blonda cabellera, de donde éste Cornejo entonces no califica para ser el Elegido “de arriba”. A lo sumo el apóstol Felipe que era el único calvo de los doce.

Ahora bien, de aquellos doce no sabemos que hubiera alguno en color catinga sino a lo máximo tunecinos, de allí que David Leiva no nos da para apóstol sino más bien mago Baltasar, o también quizás Barrabás, que quedó en la memoria por la movilización que hizo de la turba para que lo voten.

¡Oh, cosa curiosa que junto al retinto hallamos a Miguel Nanni! individuo que posee el don de bilocación porque puede estar en dos lugares al mismo tiempo; por ejemplo, con los radicales y a la vez con los peronistas. ¿Pero es un apóstol? La Escritura nos guiará en dilucidar si este Nanni es un espíritu ascendido o un miserable pecador. Así leemos que “Por sus obras los conoceréis” de donde concluimos que este Nanni no es un apóstol sino que vendría siendo aquel a quien el Apocalipsis amonesta diciéndole: “Yo conozco tus obras, y porque no eres ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”, es decir, alguien despreciable. ¡Ojo! Lo dice el Libro de la Revelación.

Lo que sigue en la mesa se difumina en la penumbra y tal vez sean aquellos de quienes Aquiles dijo en la Ilíada: “Porque no te has jugado, la historia no te reconocerá”.

Hacia la derecha de la puesta en escena hállase el inescrutable Juan Pablo Rodríguez; nombre apostólico si los hay –Juan-, hoy un tanto dislocado para una misión evangélica pues sin Juan Urtubey, anda como “Juan predicando en el desierto”. Acaso su presencia entre los doce sea para predicarles de las bondades de tener siempre cercano a un “Juan” (Juan Carlos, Juan Manuel, Juan Pablo II, en fin), mientras pasa la bolsa a ver si recoge alguna caridad.

Cerrando la escena observamos al perenne Mario Peña, quien ocuparía el sitio bíblico del Zaqueo “El recaudador”, en su versión española de “Saqueo” más bien; el más popular por haberles cobrado a todos. Un “León herbívoro” como diría el General.

¿Con qué motivo se realizó esta “Última Cena”? Última, porque hasta los Antiguos dudan de que vuelva a repetirse.

Si Elegido “de arriba” allí no estaba presente y eran doce, según la Escritura, uno es el traidor.

¿Será el que sacó la foto, quizás?

“El que pueda entender que entienda” (Ap. 3-22)

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